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A finales de mayo se realizarán las elecciones al Parlamento Europeo, unos comicios que podrían ser los primeros sin la participación del Reino Unido. Entre el 23 y 26 de mayo, en realidad afrontaremos 28 elecciones diferentes, que suelen ser más un barómetro de las políticas domésticas de los países miembros que de las propias propuestas sobre el futuro de la Unión Europea.

Habitualmente las elecciones europeas pasan desapercibidas en los mercados financieros, sin embargo, en esta ocasión, la atención será más elevada por dos grandes motivos: el Brexit y la ascensión de partidos con carácter euroescéptico. Lógicamente esto ha despertado una mayor preocupación entre los inversores, en particular en un momento del ciclo económico en el cual el crecimiento de la zona euro comienza a dar muestras de debilidad.

Además, a lo largo de la segunda mitad del año, tendremos cambios en la dirección de importantes instituciones y organismos de la Unión Europea (entre otros, en octubre será el final del mandato de Draghi), lo que previsiblemente dotará a estas elecciones de una mayor relevancia.

Subida euroescéptica no letal

Nuestro escenario central para estos comicios es el de un Parlamento Europeo más fragmentado, con un incremento de euroescépticos, pero que no llegarían a tener capacidad para paralizar la capacidad legislativa de la Unión Europea (la arquitectura de la Eurocámara evita los bloqueos de minorías, a lo que se une la heterogeneidad de los partidos euro-escépticos, que frenará posibles propuestas conjuntas).

No obstante, y aunque previsiblemente aumentará el porcentaje de euroescépticos, los escaños alcanzados no serían suficientes para crear un grupo con poder de bloqueo: las decisiones más relevantes se adoptan por mayoría absoluta, lo que evitaría la posibilidad de que un grupo minoritario paralice las decisiones. Además, los partidos euroescépticos comparten ideas negativas sobre una mayor integración de la región, pero proponen diferentes soluciones, lo que será un obstáculo para estar cohesionados.

¿Serán estas las primeras elecciones sin el Reino Unido? Sin Brexit antes del 22 de mayo, el Reino Unido deberá participar en las elecciones. Para evitar participar en las elecciones, el Parlamento del Reino Unido tendría o que aceptar una salida desordenada de la Unión Europea o ratificar el acuerdo de salida negociado por Theresa May. Una salida desordenada es un escenario que se ha confirmado que se evitará a toda costa, tanto por el lado británico como por Bruselas.

Por ello, la única posibilidad de que no participara el Reino Unido en las elecciones sería una ratificación del acuerdo de salida antes del 22 de mayo. Ante la falta de apoyos del Gobierno británico sobre este acuerdo de salida en su propio Parlamento, salvo sorpresas de última hora que no se deben descartar, el Reino Unido participaría en las elecciones europeas.

Cómo afectarán los resultados de las elecciones europeas al acuerdo del Brexit en Reino Unido

El resultado de las elecciones es especialmente incierto en el Reino Unido, debido a que la tasa de participación podría sorprender al alza, dado que gran parte del electorado podría considerarlas como una especie de segundo referéndum sobre la salida de la Unión Europea. Además, existen cerca de 2 millones de ciudadanos europeos residentes en el Reino Unido, que no han podido votar en las elecciones nacionales, pero participarían en las europeas.

Con todos estos factores, y las expectativas de una mayor movilización de los partidarios de la permanencia del Reino Unido, parece complejo que los partidos defensores de la salida inmediata, como el caso de UKIP y del Partido del Brexit, consigan en estos comicios los mismos apoyos que alcanzaron en las elecciones de 2014, en los cuales el UKIP logró más del 30% de los escaños del Parlamento Europeo pertenecientes al Reino Unido.

Consideramos que el desenlace más probable del Brexit será el de una salida negociada con la Unión Europea. Sin embargo, las elecciones podrían volver a incrementar la incertidumbre: el escenario negativo para la libra esterlina, y los activos británicos en general, sería que el apoyo a los partidos euroescépticos superara el alcanzado en 2014, lo que podría precipitar una salida desordenada. Escenario que actualmente tiene menores probabilidades y por ello, pensamos que ante posibles repuntes de la incertidumbre que castiguen la libra esterlina, vemos atractivo aprovechar esa oportunidad para adoptar posiciones en la moneda británica en niveles de 0,87 libras por euro.

Debemos tener en cuenta que los tipos de interés de corto plazo de la curva británica se encuentran en positivo, lo que para un inversor en euros nos brinda la posibilidad de posicionarse en activos monetarios y/o deuda pública en los tramos ultra-cortos (aquellos inferiores a dos años), pero evitando los tipos de interés negativos actuales en la inmensa mayoría de la deuda denominada en euros.

Este posicionamiento nos permitirá aprovecharnos de la previsible apreciación de la divisa y también del devengo de intereses, que en términos relativos frente a los tipos negativos de la curva denominada en euros, consideramos atractivos.

Fuente: eleconomista.es