molFX

 

Algunos índices como el Vix, la revisión de estimaciones de beneficios o las diferencias entre ratios de compra y venta aportan información valiosa respecto a la tendencia que seguirán las bolsas a corto plazo.

Anticiparse a la tendencia que seguirá la bolsa es el objetivo que persigue todo inversor en busca de obtener unas jugosas rentabilidades a su ahorro. Para averiguar cuál será el rumbo que tomará la renta variable se abre todo un abanico de indicadores que se pueden dividir en dos grandes tipologías. Además del análisis técnico, los inversores pueden detectar giros en el mercado a partir de algunos índices que se prodigan con menos frecuencia que el manido Producto Interior Bruto, que mide la evolución de la producción de bienes y servicios en un país. Uno de estos selectivos que conviene seguir de cerca es el PMI, elaborado por la consultora alemana Markit, que se realiza mediante encuestas a gestores de compañías sobre cuestiones como evolución de pedidos o de contratación en la empresa. Este índice, a su vez, se desglosa en dos sectores: el manufacturero y el sector servicios, y aquellos datos superiores a 50 indican expansión y los inferiores, contracción. Los últimos datos a uno y otro lado del Atlántico auguran buenos tiempos. Su homólogo en Estados Unidos, el ISM manufacturero, se consolida en los 54,8 puntos, mientras que el no manufacturero se sitúa en los 57,5 puntos y encadena 88 meses consecutivos de expansión, situación similar a la del Viejo Continente. El PMI manufacturero y de servicios de la zona euro escalaron en abril hasta los 56,7 y 56,4 puntos, su mayor crecimiento en seis años. Víctor Alvargonzález, estratega de inversiones, señala que también conviene seguir de cerca la evolución de los índices de inversión empresarial. La razón se encuentra en que las compañías invierten, fundamentalmente, cuando tienen confianza en la situación económica y el empuje del consumo de los hogares. En este sentido, buena parte de las expectativas que tienen las compañías de encontrar salida a su producción se encuentran ligadas a la confianza de los consumidores. Cuando esta es elevada -como actualmente, ya que en la zona euro se sitúa en máximos de 2011-, los hogares se muestran optimistas sobre la evolución de la economía y elevan su consumo ante la previsión de estabilidad en el entorno laboral.

El ‘índice del miedo’, en mínimos: ¿exceso de complacencia?

En cuanto a indicadores bursátiles, los analistas señalan seguir de cerca a indicadores como el VIX, que elabora la Bolsa de Chicago y que mide la volatilidad implícita de las órdenes de compra y venta en el S&P 500 a un mes. Lukas Daalder, director de Robeco Investment Solutions, pone el foco en un patrón: «Siempre que sube por encima de 40, el retorno a 12 meses es normalmente de doble dígito. Dado que el VIX alcanza su pico cada vez que el mercado colapsa, es básicamente un indicador contrarian». En este caso, el índice ha repuntado desde los 9,77 puntos de comienzos de mayo, mínimos de 24 años, hasta el entorno de los 12 puntos que ronda actualmente, aunque todavía se encuentra un 40 por ciento por debajo de su media histórica. Los expertos coinciden al destacar que unos niveles extremadamente bajos denotan un exceso de complacencia por parte de los inversores y que, además, la evidencia histórica lo vincula con menores retornos. El llamado índice del miedo cuenta con hermanos en este lado del Atlántico: el VStoxx y el VDax, que rondan entre los 15 y los 17 puntos, lo que representa un descuento del 40 y el 25 por ciento respecto a la década.

Rose Marie Boudeguer señala otro indicador como la ratio put/call. Este indicador, también elaborado por la institución de Illinois, mide el total de opciones de venta en el mercado americano y las divide entre las de compra. De este modo, todo dato inferior a 1 representa un sentimiento alcista por parte de los inversores. Boudeguer justifica la importancia de poner el foco en esta ratio «para ver si los inversores están muy pesimistas y es tiempo de comprar, o muy optimistas y es tiempo de vender; marca momentos de entrada o de salida». En la actualidad, la proporción entre ventas y compras se sitúa en 0,62, un 6 por ciento por debajo de la media de la década.

Al igual que existen encuestas para calibrar la confianza de hogares y empresas, la Asociación Americana de Inversores Individuales también elabora la suya entre sus miembros para conocer sus perspectivas para la renta variable a corto plazo. El porcentaje de expertos consultados que se muestran optimistas sobre la evolución de la bolsa americana ha descendido hasta el 23,9 por ciento, su nivel más bajo desde la victoria de Trump. De hecho, este porcentaje es ya casi 10 puntos inferior al de osos, aquellos que ven nubarrones en el camino de las bolsas. Sin embargo, al igual que sucede con el Vix, la interpretación de los analistas es la contraria de la que se podría obtener a simple vista. Como señala Daalder, «siempre que el sentimiento es demasiado positivo significa que no quedan compradores» y, de hecho, históricamente los mejores comportamientos del mercado americano han venido después de escenarios en los que los pesimistas superaban en número a los optimistas.

Otro indicador que se ha utilizado como termómetro del comercio internacional es el Índice Báltico, que se realiza a partir de la encuesta a administradores de cargueros de mercancías de los principales puertos del mundo sobre las tarifas que aplican a sus clientes por el transporte de mercancías por vía marítima. Al entenderse que la oferta de buques sufre pocas variaciones por el dilatado periodo de tiempo necesario para llevar a cabo su construcción, algunos analistas entienden que toda variación en las tarifas se entiende por la vía de la demanda. Esto es, un repunte en los intercambios comerciales de commodities, que anticipan unos altos niveles de producción y, por tanto, un mayor crecimiento económico. De hecho, en los apenas seis meses que transcurrieron entre mayo y noviembre de 2008, en pleno estallido de la crisis de las subprime, el índice se desplomó un 94 por ciento. Actualmente, ronda los 956 puntos, prácticamente los niveles a los que comenzó el año y un 20 por ciento por debajo de sus niveles previos a las devaluaciones en China en verano de 2015.

La hamburguesa como termómetro de las divisas

Para guiar la inversión en divisas o para detectar cuál será el signo del efecto divisa, los inversores también cuentan con la ayuda del Big Mac Index, elaborado por The Economist, y que recoge cuál sería el precio en dólares del famoso menú de McDonald’s a lo largo del mundo. En Estados Unidos, su precio ronda los 5 dólares, por lo que si en otros países, al cambio actual, el menú tiene un coste menor, vendría a significar que la divisa local se encuentra infravalorada y, de superarlo, sugeriría que estaría sobrevalorada. Detrás de ello se encuentra la teoría del arbitraje del mercado de divisas, según la cual, estas brechas animarían a empresarios a comprar en un territorio con divisa infravalorada para vender en otra sobrevalorada, de modo que si todo el mundo lo hiciese, supondría una presión al alza sobre esa divisa infravalorada, que se revalorizaría hasta hacer desaparecer tal oportunidad.

Por: JAVIER GARCÍA CASCO

Fuente: eleconomista.es