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A día de hoy, Alemania mantiene las segundas mayores reservas de oro en todo el mundo con 3.378 toneladas de este metal precioso, valoradas en 119.000 millones de euros. Casi todo ese oro estaba repartido en varias ciudades del mundo, pero recientemente Alemania ha decidido repatriar la mitad. Aunque la pregunta evidente parece que es ¿por qué Alemania está repatriando ese oro?, la verdadera cuestión es ¿qué hacía ese oro alemán fuera del país?

El Bundesbank anunció en 2013 su intención de almacenar la mitad de las reservas de oro de Alemania en el propio país para 2020. Y es que además de Nueva York y París, el Bundesbank mantiene el 12,8% de las reservas de oro de Alemania depositadas en Londres. De este modo, el oro representa dos terceras partes de las reservas en divisas de Alemania, mientras que el resto se compone de moneda extranjera y derechos frente al Fondo Monetario Internacional (FMI).

En los últimos cinco años Carl-Ludwig Thiele, miembro de la junta ejecutiva del Bundesbank, está organizando el transporte de casi 54.000 lingotes de oro, cada una de ellas valorada en 510.000 dólares. Todo el oro está yendo a parar a Frankfurt, directo desde las cajas fuertes de la Reserva Federal y del Banco Central de Francia, donde ha estado almacenado estos últimos años.

El oro estaba fuera por miedo

Durante la Segunda Guerra Mundial, la Alemania Nazi saqueó los bancos centrales de varios países de Europa. El Reichsbank llegó a atesorar miles de kilos de oro con la colaboración del Banco Internacional de Pagos en Suiza. Ya en 1948, los aliados recuperaron el oro y dejaron las arcas alemanas completamente vacías.

Con el fin de la Segunda Guerra Mundial y la restauración de la paz, Alemania protagonizó un milagro económico que permitió al país acumular grandes cantidades de oro. Los grandes superávits por cuenta corriente del país permitieron al que sería más tarde nombrado como Bundesbank acumular reservas de divisas (sobre todo dólares).

El banco central germano entregaba marcos alemanes a cambio de esos dólares que ingresaban las empresas alemanas por sus exportaciones. Bajo el sistema de Bretton Woods de tipos de cambio fijos, el Bundesbank podía usar los dólares para comprar oro (35 dólares la onza). Alemania almacenó la mayoría de sus tenencias en las bóvedas subterráneas de la Fed de Nueva York en Liberty Street. En 2012, justo antes de que comenzara la ‘mudanz’a, allí se almacenaban más de 1.500 toneladas de oro alemán.

Frankfurt no estaba a mucho más de 100 kilómetros de la frontera con Alemania Oriental, controlada por los soviéticos, por lo que con el miedo a una posible amenaza de invasión rusa, Alemania Occidental guardó miles de lingotes de oro hasta el colapso de Bretton Woods, en la década de 1970 en el extranjero.

«Durante la guerra fría, la amenaza provenía del este, por lo que tenía sentido almacenar el oro lejos de allí, en ciudades como París, Londres o Nueva York», explica al Financial Times Thiele. Después de la caída del Muro de Berlín en 1989 y el colapso de la Unión Soviética en 1991, esta situación perdió todo su sentido.

Aún así, no fue hasta diez años después cuando Alemania comenzó a repatriar lingotes que tenía guardados en las cámaras del Banco de Inglaterra. Las presiones de algunos políticos para repatriar el oro ha sido fundamental. Incluso se han expandido rumores sobre la posible desaparición de parte del oro germano en el extranjero, algo que desmiente absolutamente Thiele: «Está ahí. Nunca ha sido un problema para nosotros verlo o transportarlo».