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Sin sobresaltos y allanando el camino para el cambio de poderes que se avecina a comienzos del próximo año en el banco central de Estados Unidos, el Comité Federal de Mercados Abiertos de la Reserva Federal (FOMC, por sus siglas en inglés) apretó ayer la manivela monetaria y encareció el precio del dinero en otros 25 puntos básicos.

Una decisión digerida más que de sobra por los mercados y que sitúa los tipos federales en una horquilla de entre el 1,25% y el 1,5%.

Aún así, la decisión de imponer una tercera subida de tipos este año y la quinta desde que la Fed iniciase su normalización monetaria en diciembre de 2015, no fue unánime. Charles Evans, presidente de la Fed de Chicago, y Neel Kashkari, su homólogo en la Fed de Minneapolis, plantaron cara al resto de siete miembros del FOMC que optaron por respaldar este incremento, entre los que se encontraban la todavía presidenta de la Fed, Janet Yellen, y su reemplazo, Jerome Powell.

Este explícito pulso entre las palomas, como se conoce en la jerga financiera a los funcionarios que defienden una política monetaria laxa, y los halcones, los que favorecen un endurecimiento de las condiciones financieras, no se dejó notar en las proyecciones para los próximos años que acompañaron al comunicado de la última reunión del FOMC del año. En ellas se pudo observar las primeras consecuencias que desde el banco central estadounidense consideran que tendrá la reforma fiscal que orquestan los republicanos y la Casa Blanca.

«El tipo de cambios impositivos tenderá a dar un impulso modesto al crecimiento del PIB», sentenció Yellen durante su rueda de prensa mientras el Dow sumaba más de 136 puntos, la rentabilidad del bono americanos a 10 años operaba en el 2,37% y el dólar cedía un 0,3%. La máxima funcionaria de la Fed hasta finales del próximo año indicó que los miembros del FOMC «incluyeron» las rebajas fiscales en sus previsiones de crecimiento, desempleo e inflación pero advirtió que algunos ya lo llevan haciendo desde hace meses. «Tienden a pensar que el paquete impulsará tanto el gasto del consumidor como el gasto de capital hasta cierto punto», dijo.

Un proyecto de ley que tiene todas las probabilidades de aprobarse antes del receso navideño y que mejora las previsiones de crecimiento para el PIB en 0,4 puntos porcentuales hasta el 2,5% en comparación con las previsiones publicadas a finales de septiembre. Precisamente, será en 2018 cuando la tasa de paro seguirá encogiéndose hasta situarse en el 3,9% a medida que la inflación subyacente asciende hasta el 1,9% justo a las puertas del tradicional objetivo del banco central más importante del mundo.

«Todavía esperamos que la inflación suba y se estabilice en torno al 2% en los próximos años. No obstante, como he señalado anteriormente, nuestra comprensión de las fuerzas que impulsan la inflación es imperfecta», avisó la presidenta de la Fed.

En el comunicado emitido al cierre del encuentro, los cambios reflejaron estas perspectivas, al sentenciarse que el mercado laboral «permanecerá fuerte» frente a la expresión utilizada en el encuentro que culminó el pasado 1 de noviembre, cuando se indicó que las condiciones «se fortalecería un poco más». El comité dijo que la postura actual de la política monetaria es «respaldar las fuertes condiciones del mercado laboral», un contraste con el lenguaje de la reunión anterior que indicó «un mayor fortalecimiento».

Con una economía impulsada por un estímulo fiscal de casi 1,5 billones de dólares y un mercado laboral que se acomoda en el pleno empleo, los altos funcionarios de la Fed mantienen activo el piloto automático en su hazaña por evitar que la actividad acabe por sobrecalentarse. Al menos así lo indicó el conocido como dot-plot, la hoja de ruta que deja entrever donde posicionan los distintos integrantes de la Fed los tipos de interés en los próximos años. En estos menesteres, no hubo sorpresas, especialmente teniendo en mente que Yellen está de salida y será su sucesor, Powell, el encargado de dejar su propia huella en el seno del FOMC.

«Estoy segura (en referencia a Powell) de que está tan profundamente comprometido como yo con la misión pública vital de la Reserva Federal», resaltó la guardiana que ha velado por conseguir el pleno empleo y una inflación del 2% desde el pasado 3 de febrero de 2014. Al respecto, tampoco observó cambios en los planes de adelgazamiento del balance de la Fed, que desde octubre comenzó su dieta para reducir sus más de 4 billones de dólares de sobrepeso.

A día de hoy, el banco central mantiene su expectativa de llevar los tipos de interés hasta el 2,1% en 2018, lo que implica un total de tres subidas de tipos de 25 puntos básicos cada una. Un año después el precio del dinero se elevará hasta el 2,7%, dejando la puerta abierta a dos o tres incrementos. Ambas metas se mantuvieron sin cambios con respecto a lo ya anunciado en septiembre. Será sin embargo en 2020, cuando la Fed estima una proyección algo más agresiva al colocar el precio del dinero en el 3,1%, dos décimas más de lo previsto anteriormente.

Sobre la exuberancia racional que define a la renta variable americana este año, Yellen reconoció que la bolsa estadounidense ha subido bastante este año, pero que la Fed observa que el valor de los activos es «elevado», situándose en el extremo superior cuando se compara con niveles históricos, eso no significa que el mercado de valores u otros activos estén «sobrevalorados». De hecho, explicó que estas valoraciones están respaldadas por tasas de interés que todavía son bajas.

Fuente: eleconomista.es