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La casualidad ha querido que, justo cuando se cumplen mil días del referéndum que certificó la salida de Reino Unido de la Unión Europea, la primera ministra británica escribiese a Bruselas para solicitar más tiempo para evitar un divorcio desordenado.

Sin embargo, la carta de Theresa May ha sorprendido a sus propios ministros, ya que plantea un retraso breve, en lugar de dejar abierta la posibilidad de una demora prolongada.

¿Por qué el 30 de junio?

La fecha no es una coincidencia: dadas las elecciones europeas previstas entre el 23 y el 26 de mayo, la asunción general establece que el límite temporal para evitar que Reino Unido concurra es el 30 de junio, puesto que la nueva Eurocámara se constituirá el 2 de julio y el objetivo es evitar reservar provisiones para diputados británicos.

 

¿Por qué May no ha pedido una demora mayor, como se esperaba?

La polémica reside precisamente ahí, puesto que resulta evidente que la premier ha cedido ante la presión de los euroescépticos, para evitar una cadena de dimisiones ministeriales y un potencial colapso del Gobierno, si los tories más anti-UE decidiesen retirar su apoyo en una potencial moción de censura. Hasta ayer, el Ejecutivo, pese a las divisiones, asumía que plantearía el 30 de junio, aunque incluyendo la posibilidad de una prórroga mayor, de hasta dos años.

 

¿Cuáles son las implicaciones de una demora breve?

Fundamentalmente aumenta las posibilidades de que Reino Unido acabe abandonando la Unión Europea sin acuerdo, incluso si es por accidente, ya que, si no hay un plan aprobado cuando llegue la fecha límite, la opción por defecto es el divorcio desordenado. A nivel interno, sin embargo, las repercusiones son notables también, puesto que May ha renunciado a una importante baza para presionar a los euroescépticos a apoyar su propuesta: la dicotomía ya no se decide entre su acuerdo, o una demora larga que podría suavizar la salida; sino entre una opción binaria entre el plan sobre la mesa, o una ruptura no pactada, resultado deseado por los eurófobos.

 

¿No era imposible para May proponer una tercera votación de su plan?

El presidente del Parlamento, John Bercow, había advertido de que la vetaría, tras el rechazo del acuerdo en dos ocasiones, si no incluía un cambio significativo. May, no obstante, sigue resuelta a luchar, como ha vuelto a reconocer en la carta remitida a Donald Tusk. Su esperanza se basa en que las concesiones negociadas con la UE el 11 de marzo, en la previa a la más reciente derrota de su plan, sean incorporadas al documento oficial, lo que podría considerarse una modificación sustantiva para permitir su presentación.

 

¿Qué posibilidades hay de que los Veintisiete acepten la demora?

De momento, la UE ha aclarado que el día límite tiene que ser el 23 de mayo, para evitar el riesgo de una posterior demora adicional, sin que Reino Unido haya participado en las elecciones europeas. De lo contrario, Bruselas hubiera preferido imponer una prórroga mayor, como mínimo, hasta final de año, y forzar a Londres a tomar parte en las elecciones a la Eurocámara.

 

¿Resulta inevitable que Reino Unido concurra a las elecciones europeas?

En teoría no, pero la decisión, en última instancia, será política. Expertos en Derecho Comunitario han apuntado que hay mecanismos para evitar su participación, pero la UE ha dejado claro que no quiere correr el peligro de que Reino Unido no participe y, posteriormente, sea necesario ampliar la permanencia todavía más.

 

¿Qué implica en términos prácticos ampliar la permanencia?

Mientras el Brexit no tenga lugar formalmente, Reino Unido continuará como miembro con todas las implicaciones que ello supone, desde las contribuciones presupuestarias, hasta la obligación de contar con representación en las instituciones comunitarias, incluida la Eurocámara.

 

 

Fuente: eleconomista.es