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European Central Bank (ECB) President Mario Draghi addresses a news conference at the European parliament in Brussels December 17, 2012.   REUTERS/Laurent Dubrule (BELGIUM - Tags: POLITICS BUSINESS)CODE: X02997

Por aquel entonces, España caminaba en el filo de la navaja después de que Bruselas hubiera aprobado un (discutido) rescate a su sistema financiero por hasta 100.000 millones de euros, aunque no era el único país de la periferia con problemas. Portugal había sido rescatada un año antes, la deuda italiana rebasaba ya el 120 % del PIB y Grecia malvivía gracias al segundo salvavidas aprobado por la Unión Europea en febrero.

Tres años más tarde aún llegaría un tercero. Pero, por aquel entonces, la situación resultaba insostenible para los mercados financieros y Mario Draghi decidió entrar en escena pronunciando sus ya mágicas palabras del I´ll do whatever it takes to save the euro (Haré todo lo que sea necesario para salvar el euro), que sirvieron de punto de inflexión tanto en la deuda como en la bolsa. Desde entonces, la renta variable comenzó su rally alcista frente a un mercado de deuda en donde las rentabilidades exigidas a los países para financiarse han caído en picado.

Aquel inversor -tolerante al riesgo- que fuera capaz de comprar bonos periféricos en los peores momentos de la crisis de la eurozona hoy en día puede haber obtenido rentabilidades superiores al 240%. Es lo que ha generado el bono a diez años griego en los últimos cuatro años cuando comprar papel de deuda helena se consideraba poco menos que una locura. Por él se exigía una rentabilidad del 27,5% aquel 26 de junio de 2012. Hoy, se pide un 8%. La deuda de la periferia europea ha sido la más castigada, pero también la más rentable para los especuladores. De media, ofrece un 70% de rentabilidad en el cuatrienio incluyendo en el cálculo a Portugal, Italia y España -ver gráfico-. Por detrás del bono luso, la deuda española ha sido la tercera más rentable en este periodo gracias a un retorno del 64%. En los momentos previos a la intervención de Mario Draghi, el bono alcanzó su pico más elevado, en el 6,9% de rentabilidad, para caer hasta el 1,11% de ayer, nuevo mínimo histórico.

Hace cuatro años, el BCE puso de manera implícita dinero sobre la mesa para comprar deuda de los estados. Hoy, con un QE ya aprobado, desde Bank of America Merrill Lynch consideran que «Draghi dirá en septiembre» que «alarga su programa de compras un mínimo de 6 meses a partir de marzo de 2017 (fecha en la que finaliza el actual)». Con la «vigilancia» activada, dicen desde Groupama AM, el BCE no tiene más ases bajo la manga hasta que no sea capaz de evaluar el impacto del Brexit sobre la zona euro y de resolver la morosidad que corroe a la banca italiana.

 

Fuente: eleconomista.es