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Fráncfort ya espera a Luis de Guindos. El todavía ministro de Economía mutará en banquero central en tiempo récord, porque el Banco Central Europeo (BCE) pasará a ser su nueva casa en junio. Allí, y nada menos que como vicepresidente, la alargada -y envenenada- herencia de la crisis le aguardará con retos de envergadura.

El mayor, claro está, pasa por garantizar la estabilidad de los precios, principio fundacional, sagrado e inquebrantable del BCE. Pero más allá de este mandamiento, precisado en la necesidad de situar la inflación por debajo pero cerca del 2% a medio plazo en la Eurozona, Luis de Guindos, junto con sus cinco compañeros del Comité Ejecutivo de la entidad y de los 19 gobernadores de los bancos centrales nacionales del euro, se enfrentará a desafíos notables en los ocho años que permanecerá en la vicepresidencia del BCE, cargo para el que ha quedado ya como único candidato oficial por parte del Eurogrupo tras la retirada del irlandés Philip Lane. En concreto, son siete los retos seguros a los que se enfrentará ya como banquero central.

 

1. Finiquitar las compras de activos. Cuando Guindos desembarque en el BCE, la entidad seguirá dedicando 30.000 millones de euros mensuales a la compra de deuda pública y privada en el mercado (APP, por sus siglas en inglés). Su intención es seguir haciéndolo al menos hasta septiembre de 2018. Y ahí deberían terminar del todo, según los pronósticos del mercado. Aunque para cuando el ministro de Economía llegue a Fráncfort puede que ya se haya aclarado si el calendario que manejan los inversores es correcto o no, lo que es seguro es que el BCE lo anunciará como muy tarde en la reunión de política monetaria del 14 de junio. O lo que es lo mismo, la primera en la que Luis de Guindos participará y la primera en la que aparecerá como lugarteniente del presidente de la entidad, Mario Draghi, en la rueda de prensa que el máximo dirigente de la institución ofrece al término de cada cónclave monetario.

2. Subir los tipos. Guindos llegará al BCE del ‘dinero gratis’… e incluso en negativo. Los tipos de interés oficiales llevan congelados en el 0% desde marzo de 2016 y los de la facilidad de depósito, en el -0,40% desde esa misma fecha. Guindos y sus ‘colegas’ del BCE tendrán que descongelarlos más pronto que tarde. Las expectativas del mercado sitúan las primeras subidas en 2019, con los tipos de depósito iniciando esa ‘operación retorno’. El BCE tendrá que preparar bien el terreno y afinar su comunicación para no coger a los mercados con el pie cambiado, después de que no haya firmado ningún aumento del precio del dinero desde julio de 2011. Es decir, desde los tiempos en los que el presidente era Jean-Claude Trichet.

3. Reducir el balance. A comienzos de 2007, antes de que los bancos centrales lanzaran sus primeras medidas de urgencia para combatir la crisis, el balance del BCE se limitaba a 1,19 billones de euros. Ahora roza los 4,5 billones de euros. Como ya está haciendo la Reserva Federal (Fed) estadounidense, en esta ocasión la retirada de los estímulos también requerirá reducir este volumen sin precedentes. El modo y la velocidad a la que el BCE lo haga resultará determinante para que su adelgazamiento no altere los mercados, en particular los de renta fija.

4. Completar la Unión Bancaria. Para postularse a la vicepresidencia, Guindos exhibió como avales la recuperación económica y la reforma bancaria de España en los últimos años. Teniendo en cuenta la falta de experiencia y de preparación específica del español en cuestiones monetarias, es precisamente esa referencia al saneamiento bancario español la que constituye su mayor credencial para llegar al BCE. Y también será posiblemente su principal función en Fráncfort, porque ese pasado resultará de lo más valioso para completar la Unión Bancaria, ya en marcha, pero todavía con carencias, como las relativas al saneamiento aún pendiente de los balances o al levantamiento de un Fondo de Garantía de Depósitos Europeo.

5. Fusiones transfronterizas. La auténtica prueba del algodón de la Unión Bancaria se producirá cuando tengan lugar fusiones transfronterizas. Será la constatación de que los bancos -por fin- se creen de verdad que ya existe un único terreno de juego, el europeo, y de que las autoridades -también por fin- han dejado de mirar la cuestión bancaria con ‘ojos nacionales’ y amplían el foco. Mientras dure su estancia en la vicepresidencia, hasta 2026, ya se tendría que haber producido alguna de esas operaciones.

 

6. Adaptarse al nuevo ‘jefe’. Guindos ‘sólo’ será lugarteniente de Draghi durante poco más de un año, puesto que el mandato del italiano expirará el 31 de octubre de 2019. Desde entonces, tendrá que adaptarse al perfil de su nuevo ‘jefe’. El mejor colocado en las quinielas para convertirse en el cuarto presidente en la historia del BCE es el alemán, actual presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, aunque Francia también aspira a esa silla, bien con el actual gobernador del banco central galo, François Villeroy de Galhau, bien con la actual directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde. El perfil del nuevo presidente condicionará el funcionamiento y el sesgo del BCE y resultará determinante en lo que Guindos termine haciendo durante la mayor parte de su estancia en la entidad. Sobre todo, si se tiene en cuenta el papel más secundario que el ‘número 2’ de la entidad desempeña con respecto al rol del presidente, que para eso es ‘el que firma los billetes de euro’. El lenguaje enigmático de los banqueros centrales siempre resulta tentador por la resonancia que sus palabras encuentran en los mercados y porque les permite hacerse los interesantes, los importantes, pero conviene tener cuidado con su uso -y, sobre todo, con su abuso-.

7. Defender la independencia. La llegada de Guindos al BCE vierte una sombra de sospecha sobre la auténtica independencia del BCE. Nunca antes un ministro había dado el salto directo a la institución monetaria; nunca antes nadie había ido directamente del Eurogrupo al BCE. El precedente, por tanto, está servido, y Guindos tendrá que dejar claro que él sólo piensa en el BCE, que respeta esa independencia en la toma de decisiones de la entidad y que no es ningún ‘caballo de Troya’ que el Eurogrupo ha metido en el cuartel general del BCE en Fráncfort.

 

 

Fuente: Bolsamania.com