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Imagen: Dreamstime.

El Instituto Alemán de Economía (DIW) fue el primero en dar la voz de alarma. El crecimiento alemán se está debilitando. Según su barómetro económico, la tasa de crecimiento alcanzó 126 puntos en el primer trimestre de este año pero perderá cinco para el segundo.

Una circunstancia que poco después fue corroborada por la oficina de estadística germana, Destatis, que anunció una subida del producto interior bruto (PIB) del 0,3% respecto a los tres meses anteriores. Una cifra que queda lejos del 0,7% medio trimestral registrado el año pasado y por debajo de las previsiones de los analistas, que esperaban un alza del 0,4%.

Ya no hay dudas. La economía de Alemania perdió ritmo en los primeros meses de 2018, lastrada por un retroceso de las exportaciones y las importaciones de la potencia europea, vinculadas a las tensiones comerciales por el creciente proteccionismo estadounidense. El anuncio amplifica una desaceleración que se ha registrado a lo largo de la zona euro en lo que va de año y lanza una pregunta para el Banco Central Europeo: ¿es un fenómeno pasajero o una señal más que preocupante?

Hasta ahora, los miembros de la entidad monetaria europea han restado dramatismo al lento inicio de año y han expresado su confianza de que la debilidad económica se disipará a medida que avancen los meses. También desde Destatis tratan de quitar importancia y explican este frenazo por el comportamiento del comercio exterior, que «ha perdido dinamismo», ya que «tanto las exportaciones como las importaciones han disminuido respecto al trimestre anterior», en un momento de incertidumbre internacional marcada por las amenazas de las sanciones estadounidenses al acero y el aluminio europeo.

Además, y por aquello de calmar los ánimos de los analistas, el Ministerio germano de Economía aludió en un comunicado a algunos efectos excepcionales en este primer trimestre del año que tuvieron un impacto momentáneo en la economía, como una ola de bajas por gripe, un cúmulo de huelgas y los festivos de Semana Santa o los presupuestos para 2018, que probablemente han tenido una influencia notable.

Fuente: eleconomista.es