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Estados Unidos y Corea del Norte sentarán este martes a sus líderes en la misma mesa por primera vez en setenta años. Donald Trump y Kim Jong-un se encontrarán en Singapur a las 9:00 pm (hora de Nueva York), para seguir perfilando su futura relación y la desnuclearización del norte de la península.

Un encuentro que no ha estado exento de dificultades para concretarse y que podría escribir un acuerdo histórico entre las dos naciones, para el que los expertos no dan por descartado ningún resultado. Desde la firma de un plan para acabar con la actividad nuclear de Corea del Norte, hasta una escalada de las tensiones que termine por dinamitar la relación entre ambos. Todo es posible.

El líder norcoreano no desmantelará su programa gratis, protección y una relajación de las tensiones comerciales serán parte de la ‘contraoferta’ de Kim Jong-un. Además, la Ley de Defensa Nacional estadounidense permite a su presidente reducir hasta 22.000 el número de tropas desplegadas en la región sur de la península, otro incentivo inmediato y más tangible que podría terminar de convencer al líder norcoreano.

Sin embargo, Trump no debe agotar todas sus bazas en esta primera reunión, afirma Stephan Haggard, profesor de la Universidad de California, en unas declaraciones a ‘Bloomberg’. De este modo, Corea del Norte saldría beneficiada de forma inmediata mientras retira gradualmente su programa nuclear, asegura el profesor. Algo que podría convertirse en un problema para el presidente norteamericano si en un futuro Kim Jong-un vuelve a demandar incentivos.

Por otro lado, los mecanismos de inspección y comprobación de las actividades en Corea del Norte no son triviales para un país tan hermético, por lo que la consecución de cualquier acuerdo se extenderá, presumiblemente, más allá del mandato de Donald Trump (2025, si logra ganar la reelección). Kim no comparte el mismo problema. Por ello, habría que confiar en un pensamiento continuista del futuro presidente para terminar por completar el programa de desnuclearización.

Por último, cada vez son más los analistas que apuntan a lo difícil que será para EE.UU. el convencer a China y Corea del Sur para que mantengan sus sanciones frente al régimen. «Existe este entusiasmo por integrar a Corea del Norte y me temo que será muy complicado mantenerles a nuestro ritmo para asegurar que las sanciones no se alivian mientras el régimen no tome decisiones concretas», declaró Patricia Kim, miembro del Consejo de Seguridad Nuclear de EE.UU.

Por supuesto, existe la posibilidad de que las conversaciones no fructifiquen. De hecho, Donald Trump únicamente ha mostrado una genuina capacidad de granjearse enemistades internacionales durante su año y medio al frente de la Casa Blanca, con un mayor apetito por derribar acuerdos, que por perseguirlos. Una estrategia que puede funcionar con el resto, sin duda, pero que en este caso no es factible. Ahora debe tratar de congeniar con su homólogo norcoreano.

 

Fuente: bolsamania.com